Referencias históricas a Mota del Cuervo y su entorno en el Quijote.
En una entrada anterior hemos visto las razones geográficas que abundaban en señalar las numerosas coincidencias que nos llevan a pensar que Cervantes se estaba refiriendo a un lugar concreto, ese del que no quería acordarse, tanto en «El Persiles», como en «El Quijote». Ahora nos centraremos en las referencias históricas, aquellas que tienen que ver con:
- Su pertenencia al «Antiguo Campo de Montiel»,
- La afirmación que hace Astrana Marín (el mas conocido cervantista de todos los tiempos), sobre la visita de D. Miguel de Cervantes al Convento de los Trinitarios Calzados en Mota del Cuervo, donde recaló tras su cautiverio en su viaje desde Denia a Madrid,
- Sobre el Tesoro del Morisco Ricote,
- Sobre la importancia de la Inquisición en Mota del Cuervo,
- Sobre los vestigios históricos y monumentales en Mota del Cuervo, relacionados con Cervantes, el alcabalero real,
- Sobre la incidencias documentadas de Cervantes con dos Alcaides de Mota del Cuervo,
- Sobre el conocimiento de Cervantes de rico hacendado natural de Mota llamado Juan Haldudo, que D. Miguel refleja en su obra como «El rico vecino del Quintanar»,
- Otras referencias históricas, como un lugar con Jurisdicción en Primera Instancia.
Sobre su pertenencia al «Antiguo Campo de Montiel»
La historia establece que Mota del Cuervo procede de la unión de tres núcleos poblacionales: El Cuervo, la Mota y Manjavacas. El primero en crearse fue El Cuervo. La primera constancia escrita de la existencia de esta aldea la encontramos en el año 1.185 en un documento de la Orden de Santiago, a propósito de la posible creación de un nuevo priorato de la orden, que nunca llegó a realizarse. Posteriormente aparece «El Cuervo» en el documento de partición de términos entre el Concejo de Alcaraz y la Orden de Santiago. (copia en el AHN, y el original está en el archivo municipal de Villanueva de la Fuente (Ciudad Real) Cajón 365, núm.2). Es por privilegio del rey Fernando III el Santo, dado en Valladolid, el 18 de febrero del año 1243, que se le adscribe al Campo de Montiel y como tal perteneciente a la Orden de Santiago. También tenemos noticias de esta pertenencia al Campo de Montiel por el fraile clérigo de la Orden de Santiago, Chaves Bernabé, en su Apuntamiento legal sobre el dominio solar que por expresas reales donaciones pertenece a la Orden de Santiago (1243)[1], como hemos visto en la entrada de este blog sobre «El antiguo y conocido Campo de Montiel». Esto hace posible que Cervantes sitúe unas veces a don Quijote y a Sancho, en dirección al Puerto Lápice, saliendo de la Mancha y que a la vez caminaran por el «Antiguo y conocido Campo de Montiel».

Lo más importante es que El Cuervo, o Mota del Cuervo, es posiblemente el único lugar que puede cumplir la premisa, de estar en la Mancha y que los protagonistas de El Quijote pudieran tomar unas veces el «antiguo y conocido Campo de Montiel» y ser verdad que por él caminaban, y tomar otras el camino de El Toboso, sin pisar por el Campo de Montiel.
«[…] Que desde este punto comienzan las hazañas y donaires de don Quijote y de su escudero; persuádeles que se les olviden las pasadas caballerías del ingenioso hidalgo, y pongan los ojos en las que están por venir, que desde agora en el camino del Toboso comienzan, como las otras comenzaron en los campos de Montiel.»[2].
La fundación de El Cuervo, se cree que comenzó en el entorno del pozo de la Aldea, actualmente «plaza de la Aldea». Este emplazamiento, por cierto, estaba también cercano a una laguna, como ocurre con otros pueblos de la comarca: Pedro Muñoz, Manjavacas, Miguel Esteban, Alcázar… Esta laguna de la aldea del Cuervo, está desecada desde hace tiempo, pero que en años lluviosos aún muestra su «poderío», inundando zonas aledañas al actual polígono industrial que hay en Mota del Cuervo, a la salida por la carretera de Pedro Muñoz, y en donde muchos «chicotes» de Mota del Cuervo ogaño se bañaban. Es posible, que al igual que ocurrió con los pueblos citados de Pedro Muñoz y Manjavacas, que tuvieron problemas de salubridad con sus lagunas[3], El Cuervo debió de tener también problemas de despoblación, pero pudo superarlos al estar tan cerca de la Mota, espacios que posteriormente quedarían integrados.
Vista actual de la Plaza de la Aldea de «El Cuervo» (hoy integrada en Mota del Cuervo). A la izquierda el Pozo de la Aldea y al fondo la casa del Trinitario Fray Alonso Cano, con su escudo episcopal.
Aparece también con la denominación de El Cuervo, en mayo de 1351, por una reunión que hubo en dicho lugar a modo de cabildo general del Maestre don Fadrique con los frailes de la Orden de Santiago[4], y posteriormente en el privilegio del Común de La Mancha, concedido por el Maestre don Fadrique en Fuente de Cantos, Badajoz, el 4 de marzo del año 1353[5].
Este Común de la Mancha, cuya capital inicial fue Campo de Criptana, hasta 1605, año en el que la capitalidad pasó Quintanar de la Orden —ambos pueblos vecinos de Mota del Cuervo—, lo que conllevaba la utilización común del territorio por parte de los vecinos de los pueblos que lo integraban. Es decir, se compartían dehesas, montes, prados… No había como lo concebimos ahora, términos municipales propios para cada pueblo, aunque sí propietarios de tierras, como Juan Haldudo (de quien hablaremos con más detalle más adelante).
Con toda probabilidad fuese también a la aldea del Cuervo donde emigraron la mayor parte de los vecinos de la cercana aldea de Manjavacas, obligados por la insalubridad de su ubicación, hasta llegar al punto de su total despoblación. Esta circunstancia daría después lugar, a que Mota del Cuervo, y sus nuevos vecinos venidos desde Manjavacas, ganaran todos los pleitos en los que la vecina villa de Socuéllamos reclamaba la propiedad de esos territorios del antiguo despoblado de Manjavacas que en su día pertenecieron, al igual que Socuéllamos, a la Encomienda de la Torre de Vejezate. Una localización que diera en su día origen a la denominación de «la Mancha de Vejezate».

En la parte norte estaba La Mota, llamada así seguramente para dar nombre a la población que surgió cerca del monte de la Mota (775 m s/nivel del mar); en cuya loma existió una torre defensiva —una mota—, que actualmente no se conserva[6]. De ello da idea el topónimo de «Calle del Castillo», que todavía existe y que arranca desde la plaza de la Cruz Verde en dirección a la Sierra de la Mota, donde aún quedan siete molinos de viento. Esta edificación fue mandada derruir por el alcalde Pedro Martínez de Casabermeja, criado del poderoso Pacheco, el Marqués de Villena, seguramente para no «hacer sombra” a su castillo en la vecina población de Belmonte. Por las visitas de la Orden de Santiago, parece ser que en el centro de la villa hubo otra fortaleza.

La Mota, aparece ya en 1394 con este nombre, en un privilegio de confirmación de propiedad sobre ciertos montes. Pocos años más tarde, en 1416, se le concede fuero. Aparece en muchos mapas de la época con el topónimo de «La Mota».
Estas poblaciones, El Cuervo, La Mota y la citada de Manjavacas, se integraron después en una sola para formar, La Mota El Cuervo, y con el tiempo pasaría a la denominación actual: Mota del Cuervo.
En el año 1542, según Provisión de Carlos I y conservada en el Archivo Municipal, ya aparece completo el nombre de «La Mota El Quervo». También conocemos, gracias a Las Relaciones de Felipe II (1575), la situación económica y social de sus habitantes en este periodo, que eran en su mayoría pobres, trabajadores «que ganan de comer con sus brazos«. Las casas eran bajas y pequeñas hechas de tierra y piedra. Se sabe que había diez casas de hidalgos. No declaran en 1575 tener molinos de viento, aunque se tiene constancia —por visitas posteriores de la Orden de Santiago—, que en la época de Cervantes ya había algún molino de viento en su sierra, perteneciente a alguna encomienda, por lo que sus vecinos seguían yendo a moler a las aceñas del río Záncara. Mota del Cuervo, en esta época pertenecía al Reino de Toledo y para los pleitos en grado de apelación recurrían a la Chancillería de Granada. También estaban bajo la jurisdicción eclesiástica del Prior de Uclés, por ser territorio de la Orden de Santiago.
Algunos autores[7] sostienen que ya en 1584, el rey Felipe II le concede a la Mota del Cuervo el privilegio de hacer por concejo abierto, sus propias ordenanzas municipales.
Mota del Cuervo conseguirá la jurisdicción en primera instancia, en 1614, de manos de Felipe III. Esta ampliación de competencias, implicaba que el alcalde podía juzgar delitos de diferente consideración, incluso llegar a condenar a muerte. Para demostrar esta jurisdicción, se instalaba en un lugar destacado de la población una Picota o Rollo de Justicia, para prevenir y apercibir a los maleantes.
Es en la plaza de la Cruz Verde donde estuvo situada la Picota que indicaba Justicia en Primera Instancia, y donde la inquisición ejercía su poder. Esta jurisdicción obtenida en 1614, fue otorgada poco antes de la publicación de la segunda parte de El Quijote. De esta etapa, no se ha conservado esa Picota, aunque sí permanece un arroyo con el topónimo de la «Acequia del Rollo». Al final de este artículo volveremos a ampliar información sobre esa Picota o Rollo de Jusiticia en Mota del Cuervo.
«[…] Un rayo cayó en la picota […]»[8].
Es curioso cómo aún, hoy en día, pueden observarse en Mota del Cuervo, los dos núcleos poblacionales perfectamente diferenciados. La Mota en el norte y El Cuervo en el sur.

En «La Mota», está la plaza de la Cruz Verde (el color de la cruz del Santo Oficio), donde se antiguamente se bifurcaban el camino hacia Valencia y el camino hacia Manjavacas y a Cartagena, que nos recuerda aquella cita de El Quijote:
«Si así es –dijo el cura–, por la mitad de mi pueblo hemos de pasar, y de allí tomará vuesa merced la derrota de Cartagena, donde se podrá embarcar con la buena ventura» (El Quijote, I, cap. XXIX.)
Los Trinitarios calzados acogen a Miguel de Cervantes
En otra plaza de «La Mota», la del Verdinal, hay también un convento con una torrecilla del siglo XVI, que unos aseguran que es parte del hospital de clérigos de San Sebastián y otros dicen que fue convento de los Trinitarios Calzados. La toponimia urbana parece decantarse por éste último caso, ya que en Mota del Cuervo hay una calle dedicada a esta orden trinitaria[9]. Este antiguo convento[10] donde, el más afamado cervantista, Astrana Marín, aseguraba que pudo parar don Miguel de Cervantes en sus muchas visitas a Mota del Cuervo. En especial, en el regreso de su cautiverio en Berbería, tras ser liberado por los Trinitarios, en su viaje desde el puerto de Denia hasta Madrid, por el Camino Real de Valencia a Madrid[11].

Hay también, en otra plaza cercana, atravesada por el antiguo camino que unía El Cuervo con La Mota —que hoy es la calle Mayor—, en lo que antiguamente fuera una venta, la construcción del Hospital de Clérigos de San Sebastián, del que solo se conserva, la conocida como la Iglesia del Santo. El resto del edificio son ahora casas particulares anejas a este templo[12].

Se ubica también en la parte norte de La Mota, el barrio alfarero, donde se instalaron a partir de 1570 muchos de los moriscos que vinieron huyendo de las Alpujarras. Estos episodios los recrea Cervantes en la segunda parte de El Quijote a través del personaje del morisco Ricote.
Sobre el Tesoro del Morisco Ricote
Tenemos constancia de que en 1588 se halló en las cercanías de Mota del Cuervo un tesoro de oro, plata, gemas… de considerables proporciones, por un tal Antonio de la Fuente. Existe gran documentación sobre el hallazgo, según refleja el historiador moteño Francisco Javier Escudero Muñoz, en la revista especial de enero 2016 de la Asociación de Amigos por la Historia de Mota del Cuervo, que recientemente ha investigado todo este tema. Esta documentación contiene las declaraciones de encausados y de numerosos testigos del gran juicio, ordenado por Felipe II a través del Real Consejo de Hacienda, por el impago de la parte del hallazgo correspondiente al rey, y que está ampliamente documentado, incluido el mandato con la firma del rey, el 10 de junio de 1588, en el Archivo General de Simancas (Expedientes de Hacienda, Legajo 332 , Año de 1588). Son muchas las personas que declararon en este juicio, de diferentes condiciones y jerarquías -alcalde incluido-, y de varias poblaciones vecinas. Unos aseguraban que el hallazgo se realizó en la sierra próxima a Mota del Cuervo y otros que fue en una motilla que hay a legua y media de Mota del Cuervo y a media legua del Toboso.
Por la gran repercusión de este hallazgo en aquella época, es lógico pensar que Cervantes era conocedor de esta circunstancia y que quisiera reflejarlo en la ficción del Quijote, vinculándolo -precisamente- al lugar del que no quiso acordarse, la patria de D. Quijote y de Sancho, de la mano de su paisano el morisco Ricote, y que lo incluyera en el capítulo LIV de la segunda parte de El Quijote, que dice así:
«[…] ¿Cómo, y es posible, Sancho Panza hermano, que no conoces a tu vecino Ricote el morisco, tendero de tu lugar?[…]
Calla, Sancho, y vuelve en ti, y mira si quieres venir conmigo, como te he dicho, a ayudarme a sacar el tesoro que dejé escondido; que en verdad que es tanto, que se puede llamar tesoro, y te daré con que vivas, como te he dicho. – Ya te he dicho, Ricote –replicó Sancho –, que no quiero […]»
Paraje denominado «El Tesoro» en las inmediaciones del barrio de «las Cantarerías» en Mota del Cuervo, donde se instalaron los moriscos.
Según la tradición popular, fue en esa zona de las estribaciones de la Sierra de Altomira, en una de las numerosas oquedades que se forman, donde se encontró el tesoro que sus descubridores llevaron hacia Granada por la Vereda de los Serranos. La toponimia rural se encargó de recoger este nombre del «Tesoro» para fijar ese paraje.
La importancia de la Inquisición en Mota del Cuervo
Además de la plaza de la Cruz Verde ya citada, que toma ese nombre del emblema de la Inquisición, hay además vestigios de la importancia que tuvo la Inquisición en esa villa de Mota del Cuervo. Uno de ellos es un dintel situado en una estrecha calle, de una puerta que perteneció a un familiar de esta institución, datada en el año 1683.
Dintel de familiar de la Inquisición en Mota del Cuervo, con la cruz flordelisada, la pluma y la espada. Siglo XVII

Se tiene constancia de varios casos relacionados con la inquisición en Mota del Cuervo. Alguno de las cuales lo reflejo en un artículo propio sobre «Las apariciones de Juan de Rabé» , ocurrido a principios del siglo XVI, publicado por la Asociación de Amigos por la Historia de Mota del Cuervo.
Otros vestigios históricos y monumentales de la Villa de Mota del Cuervo
Son varios los vestigios monumentales de Mota del Cuervo, que hablan de las casas de hidalgos que la habitaban desde el siglo XVII en adelante.
En El Cuervo, al sur de la actual Mota del Cuervo, permanece la primitiva iglesia parroquial, ampliada posteriormente después de la fusión con La Mota; de ahí que aparezca situada —inusualmente—en el extremo sureste de la población, muy cerca del pozo de la Aldea. También en El Cuervo están otros edificios emblemáticos, como el Hospital de Pobres, el Albergue de Peregrinos y la Tercia Real, donde seguramente Cervantes actuó como alcabalero recaudando impuestos en especie para la armada real (como veremos en detalle más adelante).
Muy cerca, en lo que fuera la plaza del Coso, hoy plaza de Cervantes, se sitúan varias casas de hidalgos. Una de ellas exhibiendo un escudo datado en siglo XVII, que aún se conserva, pero no en su ubicación original.

También en la misma plaza de la Aldea, está la casa palacio de Alonso Cano (cuya casa ya se ha reproducido en este artículo), fraile trinitario nacido en 1711 en Mota del Cuervo, que llegaría a ser obispo de Segorbe y Redentor General de la Causa Trinitaria. ¡Obsérvese la curiosa coincidencia!: «Alonso Cano» y «Alonso Quijano». Persona y personaje situados, en la plaza de la Aldea de El Cuervo. ¿Pudiera algún hidalgo antepasado del obispo inspirar a Cervantes para ceder su nombre al caballero de la triste figura?.

Caminos y plazas a las que podría referirse Cervantes en su obra.
De la plaza de la Aldea salían un total de cuatro caminos (hoy calles):
- El camino del Campo de Criptana, que actualmente conserva el topónimo de «calle del Campo». Se encuentra dentro del núcleo urbano y se extiende hasta la actual cooperativa vinícola, a partir de donde toma el nombre de «Camino del Campo de Criptana», y desemboca justamente en lo que fuera el núcleo poblacional de «El Campo», integrado desde 1328 junto con Villajos y Criptana en el actual Campo de Criptana —capital del Común de la Mancha hasta que en 1605 pasó a Quintanar de la Orden—. Este camino directo a «El Campo» pudiera ser por el que Cervantes envió a sus protagonistas imaginarios a la aventura de los molinos, para seguir después hacia Puerto Lápice y a Sierra Morena. Como podemos ver en el plano adjunto. Si tomáramos como hipótesis que Mota del Cuervo fuera el «lugar del que Cervantes no quiso acordarse», todo encajaría. El autor propone un itinerario, directo y sin rodeos, como se ha visto en mapas anteriores.
- En la otra dirección, existe el camino que viene desde el Campo de Criptana, bordea justamente el pozo que aún existe en la plaza de la Aldea —aunque sin su monolítico brocal que lucía las heridas de las sogas después de tantos años—, para seguir en línea recta por un camino (hoy calle Mayor), que une La Mota, el otro núcleo poblacional de Mota del Cuervo (ver plano adjunto).
En este plano de Mota del Cuervo podemos apreciar al sur, el antiguo núcleo de El Cuervo, y al norte, el de La Mota; unidos ambos por el camino que viene desde El Campo (hoy Campo de Criptana) y que atraviesa el pueblo en diagonal para seguir hacia Monreal del LLano (muy cerca de Belmonte) Este camino, en ambas direcciones, está señalizado como «Ruta del Quijote». Para mi, la auténtica ruta.
- El tercero de los caminos es el de Manjavacas, que conduce al desaparecido pueblo del mismo nombre, ahora perteneciente al término de Mota del Cuervo. Manjavacas junto a El Cuervo y a Campo de Criptana pertenecieron antiguamente al Campo de Montiel[13]. Actualmente solo queda la Ermita de la patrona de Mota del Cuervo, la Virgen de Manjavacas, aunque debido al magnífico humedal que inunda la zona, dicha Ermita hubo de ser trasladada a su emplazamiento actual, en una cota más elevada. Este humedal está catalogado como la Reserva Natural del Complejo Lagunar de Manjavacas. Seis lagunas endorreicas (donde el agua acumulada por la lluvia solo sale de allí por evaporación), de una gran belleza y con una alta salinidad, que gozan de protección debido a su frágil ecosistema. Una parada para la infinidad de aves migratorias. También en Manjavacas están los restos de lo que fuera la Venta-Encomienda de la Torre de Vejezate, donde los investigadores Javier Escudero Buendía e Isabel Sánchez Duque, aseguran que se trata de la venta donde don Quijote fue armado caballero, algo en lo que personalmente disiento. Este camino de Manjavacas entronca luego con el Carril de los Valencianos e, inmediatamente después, con el Camino de la Seda o de los Pimenteros, (ambos se unen más adelante en el término del vecino pueblo de Las Mesas), que llega hasta Cartagena y que Cervantes conocía a la perfección, como hemos podido demostrar en el capítulo correspondiente.
Vista del antiguo despoblado de Manjavacas, perteneciente ahora a Mota del Cuervo. La única construcción que se conserva es la Ermita de la Virgen de Manjavacas. Al fondo la Reserva Natural «Complejo Lagunar de Manjavacas» declarada Reserva de la Biosfera. Todo este espacio geográfico perteneció en su día al Antiguo Campo de Montiel.
- Por último, saliendo de la Plaza de la Aldea se sitúa el camino que conduce a los Hinojosos (hoy calle de Don Sabino). En esta vía se ubica el antiguo Hospital de Pobres y Albergue de Peregrinos con la entrada por la calle del Hospital, al que el papa Gregorio XIII le otorga una bula en 1580 y más adelante se cruza con el antiguo Camino Real de Madrid a Valencia (hoy N-301). Esta carretera, conduce a la izquierda a Quintanar de la Orden, que es el siguiente pueblo, y a Madrid. Si se sigue recorriendo este Camino Real, antes de salir del núcleo urbano, vemos que arranca el Camino del Toboso, por donde Cervantes pudiera haber enviado al ingenioso hidalgo para visitar a su amada Dulcinea y por donde pasan actualmente muchos peregrinos del Camino de Santiago de Levante.
Entrada al Hospital de Pobres y Albergue de Peregrinos de Mota del Cuervo. Siglo XVI (hoy en lamentable estado de conservación).
Otras coincidencias históricas
Están documentadas en los libros de visitas de la Orden de Santiago, las realizadas a Mota del Cuervo, en donde se detalla la composición de las autoridades civiles y religiosas de ese pueblo. Vemos como unos años antes de que lo escribiera Cervantes, el número de estas autoridades coincide exactamente con las que menciona el autor en sus obras al describir «el lugar» de la Mancha del que no quiere acordarse: un cura («Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar –que era hombre docto, graduado en Sigüenza«[14]), dos alcaldes y dos regidores.
Sobre éstos últimos representantes, es en El Persiles donde se registra de forma más clara su presencia. Cuando los protagonistas llegan al siguiente pueblo desde Quintanar en dirección a Valencia —ése que tampoco Cervantes dice acordarse— se menciona a dos alcaldes y a dos regidores:
«Entre los que la larga plática escuchaban, estaban los dos alcaldes del pueblo.
[…]
—Señor alcalde, yo no he topado en la plaza asnos ningunos, sino a los dos regidores Berrueco y Crespo, que andan en ella paseándose.»[15]
Así vemos que, cuando estos visitadores llegan a Mota del Cuervo, el 8 de julio de 1538, había ya dos alcaldes.
«E presentaron el poder de vuestra magestad ante el bachiller Rrodrigo Mexía, cura, e Alonso Sanchez Izquierdo e Francisco García, alcaldes, e Alonso Sánchez de Miguel Domingo, e Pero Hernández, rregidores, los cuales lo obedeçieron.»[16]
Argumentos derivados de la propia historia de Cervantes y su oficio de alcabalero real
Hemos visto que don Miguel era un gran conocedor de la caminería del centro de España, que por aquel entonces se componía no sólo de los caminos reales, sino también de las principales rutas del ganado, como eran las cañadas reales y las veredas o cordeles de las mismas. Este conocimiento derivaba, como se ha dicho, por sus continuos viajes a Cartagena que era el principal puerto de Castilla en levante. Ese fue el lugar desde donde embarcó para dirigirse a Roma y luego para participar en la batalla de Lepanto. También pasó por esta zona cuando se dirigió a Madrid, procedente de Denia tras ser liberado de su cautiverio, o por sus viajes a Sevilla, a Esquivias… y, sobre todo, para cumplir con su oficio de alcabalero real. Este trabajo le obligaba a recorrer las Tercias Reales de la Mancha y Andalucía, para recaudar esa parte de los diezmos dedicados a la Iglesia, que pertenecían directamente a la Corona desde que el papa Alejandro VI concediera a los Reyes Católicos, y a sus sucesores, el derecho a percibir con motivo de la conquista de Granada, las dos novenas partes de los ingresos por diezmos o tercias reales. Estas alcábalas se recaudaban en especie (trigo, cebada, aceite…). En aquel tiempo había tercias reales en Mota del Cuervo, Campo de Criptana, Alcazar de San Juan, Almagro, Consuegra, Malagón…
Las tercias reales o casas de bastimento eran lugares con función fiscal, donde se recaudaba el mencionado impuesto que correspondían a una parte de los diezmos que se pagaban a la Iglesia. Estos edificios no deben confundirse con otros pósitos de grano, que había en otros pueblos, sin fines recaudatorios.
Según afirma el historiador moteño Francisco Javier Escudero Muñoz, en el libro Mota del Cuervo, historia de nuestras calles, editado por el Ayuntamiento de Mota del Cuervo, (en su pág. 34), la construcción de la Tercia data del siglo XV y ya aparece en 1468, con la denominación de casa de Bastimento. También indica lo que se cita de la Tercia en las diferentes visitas que hace la Orden de Santiago en 1538, 1503-1510, y otras.
«Dentro de la dicha villa, en una plaza de ella hay una casa de mampostería de piedra, desde el bajo hasta el ático, un arco de sillares de piedra con sus puertas de de pino y clavos de hierro, suelo de madera, sótano con arcos y pilares de yeso y piedra, techumbre de maderas, en el piso superior tiene unas vigas y chales que sirven como paneras, guardar el grano (piso superior) y vino.»

En cambio otro investigador de origen moteño (y autor del prólogo de mi libro «Lo que Cervantes calló), Enrique Lillo Alarcón, establece que la Tercia Real de Mota del Cuervo fue construida en 1515, después de la muerte de la Reina Isabel la Católica (en 1504), razón por la que el escudo que figura sobre el dintel de la puerta corresponde al de Fernando el Católico, que era administrador perpetuo de la Orden de Santiago por autoridad apostólica.
También el 8 de julio de 1538, en otra nueva visita a Mota del Cuervo, vuelven a describirla y dicen:
«Casa de bastimento. Visitose una casa de bastimento que la mesa maestral tiene en la dicha villa. Es una casa de cal y canto. En lo baxo ay una dança de arcos de yeso, que sirve de bodega, y, en lo alto, lo mismo para paneras. E çierto rreparo, de que tenía neçesidad, se halló haziendo el envigamiento de la bodega y en el tejado de la dicha casa […]»[17]
Otros argumentos que corroboran el paso de Cervantes por estas tercias reales, es el hallazgo reciente de documentos que prueban la estancia de nuestro insigne autor en la Tercia de Iznatoraf, un pueblo de Jaén al que se accedía en tiempos de Cervantes por la vereda de los Serrano y por Cañada Real de Andalucía. Vía ésta que pasa muy cerca de Mota del Cuervo, de Socuéllamos, por las lagunas de Ruidera, cerca de la cueva de Montesinos; para desembocar en Sierra Morena. Esta vía ganadera era posiblemente la mejor alternativa que había para ir desde el centro peninsular a Andalucía, antes de que se abriera el paso de Despeñaperros.
Pósito y Tercia Real de Campo de Criptana
En Campo de Criptana hay un Pósito Real, con el escudo de la corona española, en donde, según parece hubo un banco agrícola, que prestaba grano a los agricultores hasta la siguiente cosecha. También, una Casa-Tercia situada en la plaza que lleva su nombre, que perteneció al maestrazgo de Quintanar de la Orden —actualmente se encuentra en estado de abandono— que servía para recaudar y guardar esa parte de los diezmos y primicias que cobraba la Iglesia, llamada Tercia Real, que estaba destinada a la Corona.
El investigador Pedro Javier Rivas descubre documentos que prueban que el Cervantes trabajó en Iznatoraf. Por su parte, el catedrático de Historia de la Universidad de Jaén, Luis Coronas Tejada, halló pruebas documentales en 1979, según las cuales el propio autor da fe de su presencia en varios municipios jiennenses en 1591 y 1592. Como vemos, Cervantes recorría estos caminos y estas tercias para cumplir el encargo de reunir provisiones para la Armada Invencible y las flotas de las Indias, fundamentalmente trigo, cebada y garbanzos[18].

Este deambular de Cervantes por estos pueblos de la Mancha y de Andalucía, como recaudador de impuestos, le hacían conocedor de los principales y más cuantiosos contribuyentes. Así deja constancia de los mismos en sus obras, al citarlos por sus verdaderos y a veces muy singulares apellidos[19].
Sobre un alcaide de ese lugar, hijo del Oidor de Indias de Valladolid
Continuamos ahora con otras razones históricas que apuntan a que Mota del Cuervo pudiera ser ese lugar de la Mancha del que Cervantes no quiso acordarse. En este caso tiene que ver con un Alcaide de Mota del Cuervo, al que cita Cervantes, con nombre y apellidos, en una de la obra Relación de lo sucedido en la ciudad de Valladolid, desde el felicísimo nacimiento del Príncipe nuestro señor, hasta que se acabaron las fiestas y demostraciones de alegría que por él se hicieron[20], en la que se relata los fastos que se hicieron en la corte de Felipe III con motivo del bautismo del hijo del rey y de su esposa Margarita de Austria-Estiria[21].
En este libro, Cervantes detalla la relación de caballeros que acompañaban el séquito real, entre los que se anota, en la pág. 175, a don Pedro Muñoz de Otálora, en su condición de caballerizo de la reina. Era un miembro destacado de la procesión general de notables del reino que acompañaron el cortejo presidido por el Duque de Lerma, el Cardenal primado de Toledo y el Obispo de Valladolid (Juan Bautista de Acevedo, inquisidor general).
Mención a don Pedro Muñoz de Otálora, caballerizo de la Reina Margarita de Austria, en la obra de Cervantes (en la pág. 175).
Pedro Muñoz de Otálora (¿1554? – 8/3/1626) era además de Caballerizo de la Reina Margarita de Austria, Caballero de la Orden de Santiago, Alcaide de Mota del Cuervo (en la Mancha), y de la puerta de Mérida de la villa de Fuente del Maestre (en provincia de Badajoz); villa que pertenecía a la Orden de Santiago, dentro del priorato de León[22].
Otras fuentes, como la Historia Genealógica de la casa de Lara, de Luis de Salazar y Castro (pág. 842), citan a don Pedro J. Muñoz de Otálora como Alcaide de Mota del Cuervo, Caballero de la Orden de Santiago y Caballerizo de la Reina Margarita de Austria.
Cita textual con el nombre y títulos de Pedro J. Muñoz de Otálora, en la Historia Genealógica de la casa de Lara.
Este prócer pertenecía a la conocida familia de los Otálora, muy prolífica y endogámica puesto que a lo largo de los años se fueron estableciendo uniones matrimoniales entre sus miembros (algo habitual en estos linajes). Eran oriundos de Aozaraza, en el Valle de Leniz, Guipuzcoa, donde había dos casas llamadas de Otálora[23], aunque su rama estaba afincada en Caravaca de la Cruz (en el reino de Murcia). En el escudo de armas de este apellido destaca una aulaga verde con sendos lobos a los lados[24].
Escudo de armas de una casa solariega en Mota del Cuervo, con la característica principal del linaje de los Otálora en la parte superior del óvalo: una aliaga con dos lobos, uno a cada lado, que coincide con otros escudos de la familia Otálora en Caravaca y en el Valle de Leniz. Esta forma ovalada del blasón, según el heraldista, don Mariano de San Antonio Lillo, es más propia de la heráldica del siglo XVIII, por lo que este escudo en Mota del Cuervo, pudiera ser de alguno de sus descendientes.
Fuentes como el Memorial histórico español, de la Real Academia de la Historia (Volumen 7, pág. 218), citan a don Pedro Muñoz de Otálora, como hijo de doña «Cathalina de Otálora» (natural de Caravaca, Murcia) y de su esposo el licenciado Alonso Muñoz, que era Oidor de la Audiencia Real de Valladolid, y del Consejo de Indias, nombrado en 1562; y Oidor de la Audiencia de Grados en Sevilla. Alonso Muñoz, tenía la obligación de presentar ante el rey a las personas que ocuparían los más altos cargos de América.
Extracto del Memorial Histórico Español, de documentos, opúsculos y antigüedades que publica la Real Academia de la Historia, en su tomo VII, pág. 218, donde se indican los ascendientes de don Pedro Muñoz de Otálora (Caballero de Santiago). La madre es doña «Cathalina de Otalora» y el padre el licenciado Alonso Muñoz, indicando el cargo de éste último, como Oidor de la audiencia real de Valladolid y después del Consejo de Indias.
También está documentada la importancia de este alcaide de Mota del Cuervo en aquella época. No solo por su cargo, sino por sus influencias familiares[25]. Se sabe también que Pedro Muñoz de Otálora, era uno de los 72 asistentes de la provincia de Castilla, que acudieron al Capítulo General de la Orden de Santiago celebrado en el año 1600, que estuvo convocado por el rey Felipe III, con la asistencia de don Bartolomé Magnes (el prior del convento de Uclés), don Nicolás Carriazo (el prior de San Marcos de León) y don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas (el I Duque de Lerma, comendador mayor de Castilla)[26].
Si recordamos la biografía de Miguel de Cervantes, años después de su vuelta del cautiverio en Argel (en el año 1580), anduvo buscando acomodo para poder subsistir y se empeñó infructuosamente en obtener un pase para viajar a las Indias, en donde anhelaba alcanzar el puesto de Corregidor en la ciudad de la Paz.
En 1588, tras la pérdida española de la batalla de la gran armada contra los ingleses, en el Canal de la Mancha, Felipe II decidió rehacer su flota. Necesitaba nuevas requisas y recaudaciones, y Cervantes volvió de nuevo a su oficio de alcabalero real, que tantas penalidades (cárcel, excomunión y penurias económicas) le reportarían. A raíz de esto volvió a escribir al entonces presidente del Consejo de Indias, Hernando de Vega y Fonseca, solicitando un «oficio» en Guatemala, en Cartagena de Indias o en la Paz; donde él sabía que había vacantes y se sentía preparado y avalado por sus servicios prestados a la corona, principalmente por su participación en la batalla de Lepanto, en donde quedó manco. En su empeño de ocupar algún puesto importante en la América colonial española, se le respondió de forma negativa, el 6 de junio de 1590, con un «busque por acá en que se le haga merced«[27].
Como vemos, Cervantes continuó con su sórdida tarea de hacer acopio de productos en especie como Comisario de Provisiones de la Armada, o a lo sumo como inspector de Alcabaleros, tratando con molineros, alguaciles, eclesiásticos… Pero nunca llegó a conseguir el pase a las Indias, a pesar de que conociera a este Alcaide de Mota del Cuervo, Pedro Muñoz de Otálora, de familia tan influyente. El padre del alcaide, el licenciado Alonso Muñoz, había sido nada menos que Oidor de la Audiencia Real de Valladolid, después del Consejo de Indias y comisionado por Felipe II en la revuelta de México. Facilitando el paso a las Indias de dos primos del Alcaide de Mota del Cuervo, concretamente a Cristobal de Ávila y a Luis de Sahajosa, que fue uno de los expedicionarios de Costa Rica, figurando como uno de los fundadores de este país. Uno de los hermanos de este alcaide llegó a ser persona muy influyente, nada menos que Oidor de la Cancillería de Granada.
También cabe la posibilidad de que Pedro Muñoz de Otálora, el hijo del Oidor de Indias, conociera bien a Cervantes y sus circunstancias personales, en lo que se refiere a su verdadero origen, y todo lo relativo a su «limpieza de sangre». Requisito imprescindible para pasar a las Indias en aquella época.
Podemos colegir que esta circunstancia de que Cervantes no se viera favorecido por la intercesión del alcaide Pedro J. Muñoz de Otálora, ante sus familiares influyentes, para que le facilitara el paso a las colonias españolas en América, pudiera ser uno de los motivos —quizás el principal— de que Cervantes no quisiera acordarse de ese «lugar», en el que conocía a suficientes personas, entre ricos y pobres (como veremos a continuación); un lugar cercano a El Toboso, como cita El Quijote, y de Quintanar de la Orden, como se señala en El Persiles. Un punto intermedio que como hemos visto en los mapas anteriores, la geografía se obstina en situar en Mota del Cuervo.
Sobre otro Alcaide de ese lugar jefe de la familia de los Ovando
Recientemente el investigador Enrique Lillo Alarcón ha estudiado la relación de otro alcaide de Mota del Cuervo, cuyo cargo se refleja en el Libro de Visitas de la Orden de Santiago, realizada en 1603 a La Mota, llamado D. Hernando de Ovando, con MiIguel de Cervantes y su familia. Más concretamente ha podido constatar cómo un sobrino de este Alcaide, llamado Nicolás de Ovando, tuvo relaciones con Andrea de Cervantes (la hermana mayor de D.Miguel de Cervantes), fruto de las cuales nació Constanza, la sobrina preferida de nuestro príncipe de las letras.
Nicolás de Ovando, prometió casamiento a Andrea de Cervantes, pero -finalmente- incumplió dicha promesa, aunque si le dio el apellido a su hija Constanza de Ovando y una considerable dote, posiblemente para paliar los efectos de esa promesa incumplida, que por aquel entonces estaba penada con la cárcel, y que al parecer tuvo que ver con la diferencia social de los Ovando (una familia noble de procedencia extremeña) y los Cervantes, hijos de un cirujano de la época.
Este dato histórico puede verse recogido y ampliamente documentado, por su investigador Enrique Lillo en el artículo que publica en el blog de la Asociación de Amigos por la Historia de Mota del Cuervo : «Cervantes o la maldición de los Ovando. Otra vez Mota del Cuervo el Lugar de la Mancha»
También podemos intuir por la relevante trascendencia de este hecho, cuya decisión final dependía directamente del Alcaide de Mota del Cuervo, -como jefe de la familia de los Ovando-, y que tuvo como consecuencias el que la hermana de D. Miguel tuviera que soportar este incumplimiento de casamiento por parte de los Ovando, pudiera motivar a Cervantes en sus dos últimas obras: «El Quijote» y «El Persiles», para hacer la referencia implícita de que no quería acordarse de nombrar a Mota del Cuervo.
Los Haldudo, un apellido originario de Mota del Cuervo.
La historia nos dice que el apellido Haldudo, que Cervantes nombra en El Quijote, no es inventado. Es un apellido, nada corriente, posiblemente originario de Mota del Cuervo y que Cervantes conocía lo suficiente como para asignárselo a uno de los personajes de su obra:
«—Mire vuestra merced, señor, lo que dice –dijo el muchacho–, que este mi amo no es caballero ni ha recebido orden de caballería alguna; que es Juan Haldudo el rico, el vecino del Quintanar.»[28]
Este Haldudo, el rico, que alude Cervantes, vivía en Quintanar, villa que en 1605 —cuando se publicó la primera parte de El Quijote—, se había convertido en la capital del Común de la Mancha, en detrimento de Campo de Criptana. Una zona común, donde los diferentes pueblos integrantes compartían pastos, dehesas y montes.
Este Juan Haldudo, posiblemente, tenía su rebaño pastando por la zona, en un paraje que hoy se encuentra en el término municipal de Pedro Muñoz, y que ha conservado su topónimo a lo largo de la historia, como «El Encinar de Haldudo» —tal como podemos ver en los mapas oficiales del SIGPAC—, siendo hoy un complejo hostelero.
Hay constancia de que este apellido procede de Mota del Cuervo, pues se han encontrado referencias de la familia de los Haldudo en varios documentos de la época, que constatan que ese apellido era originario de allí y de que tenían muchas propiedades en la zona. Está claro que Cervantes conocía a esos ricos Haldudos, posiblemente por ser, indirectamente, uno de los mayores contribuyentes de sus alcábalas.
Así vemos que hay referencias a los Haldudo, cuando los Visitadores de la Orden de Santiago, relatan las propiedades de las diferentes iglesias de la zona, que lindan con los Haldudo, o en la relación de los contribuyentes que se conservan en la Real Cancillería de Granada y que nos permiten asegurar que ese apellido tan peculiar era oriundo de Mota del Cuervo, según vemos cronológicamente:
Año 1498: Encontramos referencias a Juan Haldudo, el antecesor del que aparece nombrado en El Quijote, en los libros de visitas de la Orden de Santiago a la Mota, concretamente en la descripción de determinadas fincas de las que era propietario[29].
Año 1500: Se vuelve a repetir otra vez. Cuando se explican las posesiones del beneficio curado del cura de la iglesia de La Mota, se dice: «Otra haça camino de La Labosa, a surco de Juan Haldudo, que hase çinco almudes«[30].
Año 1538: Vemos referencias en los libros de visita de los frailes de la Orden de Santiago, que hacían regularmente a La Mota. Podemos ver como en su visitación de 8 de julio de 1538 a La Mota, relatan concretamente entre las posesiones de la iglesia parroquial de San Miguel, en esa villa, la siguiente: «Otra haça junto a la Higueruela, linde Miguel Haldudo […]»[31].
Año 1544: También aparece el apellido de la familia Haldudo relacionado con Mota del Cuervo, en el «Padrón de habitantes que pagan el impuesto del pedido y de la limosna prometida a San Sebastián», para que los librara de la peste, donde aparecen con este literal: «Los de Miguel Haldudo»[32]. En ese documento aparece también un contribuyente llamado Francisco de Savedra (¿sería pariente de Cervantes?).
Un lugar con Jurisdicción en primera instancia. Un lugar con Picota
Cervantes habla en la segunda parte de El Quijote, de que «el lugar» tenía jurisdicción en primera instancia. Lo relata de mano de Teresa Panza, cuando ésta le escribe al Sancho gobernador y le explica, entre otras cosas, como un rayo cayó en la picota.
«un rayo cayó en la picota, y allí me las den todas.»[33]
Picota o Rollo de Justicia del vecino pueblo de Quintanar de la Orden, la de Mota del Cuervo no se conservó, posiblemente, como indica Cervantes, por la acción de un rayo.
La Picota era una columna de piedra con una bola, o una cruz en su cima, que se ponía en los pueblos para indicar que éstos tenían jurisdicción en primera instancia y un alcalde que podía condenar a muerte. Además de medida disuasoria para los maleantes, servía también para castigar y pagar las penas de los delitos menores.
Tenemos constancia[34] de que Felipe II, el 14 de mayo de 1584, manda una orden dirigida al Concejo de La Mota, para que, como merced, puedan hacer por votación en concejo abierto, con la participación de todo el pueblo, promulgar las ordenanzas municipales y nombrar capitanes. Así pues, a través del Consejo de Ordenes y del juez del Partido de Quintanar, se confirma a la Villa de Mota del Cuervo la potestad de hacer ordenanzas municipales propias en su término, sin depender para ello de la Encomienda de Socuéllamos o la de Quintanar.
La jurisdicción en Primera Instancia, que conlleva la posibilidad de administrar la justicia civil y criminal, y el levantamiento de una Picota o Rollo de Justicia, parece que no llega hasta el 19 de marzo de 1614, cuando el Rey Felipe III se la concede a la Villa de Mota del Cuervo. Como puede comprobarse, esta fecha es anterior a la publicación de la segunda parte de El Quijote, donde aparece la mención hecha por Teresa Panza, del rayo que cayó sobre la Picota.
En Mota del Cuervo se conserva todavía la plaza de la Cruz Verde, que alude directamente a un lugar donde la Inquisición llevaba a cabo sus actuaciones judiciales y donde debió estar situada la Picota o Rollo de Justicia, que quizás por este episodio del rayo que cita Cervantes, no se conserva en la actualidad.
En aquella época, la Plaza de la Cruz Verde,, como se ha dicho más arriba, era el centro neurálgico del núcleo poblacional de la Mota —situada en la parte norte de la actual Mota del Cuervo—, en pleno barrio alfarero donde aún se conserva uno de los hornos comunales para cocer los cántaros y en donde hubo una alta concentración de población morisca venida tras la guerra de las Alpujarras.
Encuentro muchas similitudes entre esta parte norte de Mota del Cuervo, próxima a la sierra donde están situados sus molinos, con la zona norte del vecino pueblo de Campo de Criptana, conocida como «El Albaicin». No solo porque también allí están situados sus molinos de viento, sino por sus calles estrechas y sus casas encaladas.
Resumen de las razones históricas
Así pues, resumo las razones históricas que, a mi juicio, refrendan la tesis de que Mota del Cuervo pudiera ser el lugar de la Mancha al que se refería Cervantes en sus obras de El Quijote y El Persiles.
1) La más importante, por la constatación de la pertenencia al Campo de Montiel histórico. Hemos visto que la primera constancia escrita de la existencia de la aldea de El Cuervo (hoy integrada en Mota del Cuervo) la tenemos precisamente en el documento de partición de términos entre el Concejo de Alcaraz y la Orden de Santiago, por privilegio del rey Fernando III el Santo, dado en Valladolid, el 18 de febrero del año 1243, donde, precisamente, se le adscribe al Campo de Montiel y como tal perteneciente a la Orden de Santiago.
2) En la confirmación de la presencia de Cervantes en Mota del Cuervo y en su ahora despoblado de Manjavacas, bien por su condición de Alcabalero Real, recaudando alcábalas en la Tercia Real de Mota del Cuervo, o bien por su paso por algunos de los caminos reales, veredas, cañadas reales, camino de la seda…
3) Por el conocimiento que Cervantes tenía de dos Alcaides de Mota del Cuervo,
- D. Pedro J. Muñoz de Otálora, hijo del Oidor de Indias en Valladolid. Causante, con toda probabilidad, de que no obtuviera el deseado paso a América y que como desagravio a cambio decidiera no acordarse de este lugar.
- D. Hernando de Ovando, Jefe de la noble familia de los Ovando, tío de Nicolás de Ovando, que tuvo relaciones con Andrea, la hermana mayor de D. Miguel de Cervantes, fruto de las cuales nació Constanza de Ovando y que no llegó a cumplir su promesa de matrimonio. Otra posible razón por la que Cervantes no quisiera acordarse de este lugar.
4) Hay un deseo expreso en Cervantes por citar, no solo parajes conocidos, sino personas que existieron realmente, con su nombre y apellidos. En este caso personas oriundas de Mota del Cuervo, como nos demuestra la historia y la verificación del origen del apellido Haldudo, vinculado a Mota del Cuervo. Apellido nada corriente, que Cervantes nombra en El Quijote, como Juan Haldudo el rico, vecino del Quintanar.
5) La referencia a la presencia de una picota o rollo de justicia, mencionada en la segunda parte de El Quijote, y que indica que «el lugar» contaba con una jurisdicción en primera instancia, así como también Mota del Cuervo.
Además de las razones históricas (detalladas en esta entrada), pueden verse las razones geográficas y las otras razones que apoyan las tesis de que Mota del Cuervo es ese «Lugar de la Mancha» que Cervantes imaginó en la ficción, tanto en «El Persiles», como en «El Quijote».
Notas aclaratorias
[1] En 1243 se tiene noticias de que los términos y pueblos que conformaban el Partido de Montiel (según la el citado Chaves Bernabé, eran los siguientes: Alvadalejo, Borralista, Terrinches, El Finojo, Santa Marina, Fuente Mayolo, Odes, Almedina, Fuente la Higuera, Torre de Juan Abad, Cernina, Xamila, Peñaflor, Alcobiela, Montegudiello, Nav. De la Codesa, Torre, Fuente Plana, La zarza, Cañamares, Cañamarejo, Turra, El salidiello, La Carrizosa, La Algecira, La Roydera, El Tocón, La Membrilla, El Carrizal, Criptana, Posadas Viejas, Villajos, Miguel Esteban, Almuradiel, La Figuera, El Cuervo (hoy Mota del Cuervo), Villarejo Rubio y Manjavacas (hoy un despoblado dependiente de Mota del Cuervo). Por la importancia de esta afirmación, reproducimos a continuación la copia de dicho documento, (pág. 86) en donde se detallan: Montiel, sus términos y pueblos en 1243. Podemos ver la relación en el margen izquierdo, en donde aparecen los pueblos que entonces pertenecían al partido de Montiel, bajo el epígrafe: «Montiel, sus términos, y Pueblos, año de 1243».
[2] El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha II, cap. VIII.
[3] La población de Manjavacas, por esta circunstancia de la insalubridad de sus zonas lacustres, llegó a desaparecer por completo. Sus vecinos emigraron a la cercana población de Mota del Cuervo y sus tierras, tras diversos pleitos con Socuéllamos, se integrarían posteriormente en el término municipal de Mota del Cuervo.
[4] Crónicas de los Reyes de Castilla, D. Pedro, D. Enrique II, D. Juan I y D. Enrique III, por el Canciller D. Pedro López de Ayala (cap. XX)
[5] Fuente: Enrique Lillo Alarcón (Asoc. Amigos por la Historia de Mota del Cuervo.) http://www.historiademota.com
[6] Posteriormente en esa ubicación se edificó un molino de viento, que era el único que pagaba el mencal, precisamente por estar situado sobre los cimientos del castillo.
[7] El historiador Francisco Escudero Muñoz, de la As. Amigos por la Historia de Mota del Cuervo, asegura que hay un documento de 1584, sobre la jurisdicción propia de Mota del Cuervo (AHN .OOMM Santiago. Legajo 60653), en donde el Rey Felipe II autoriza para que se voten, en concejo abierto (con participación de todo el pueblo) sus propias ordenanzas. Con el beneplácito del consejo de la orden. Dada en Madrid, a 14 días de mayo de 1584.
[8] El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha II, cap. LII.
[9] En Mota del Cuervo hay otro vestigio importante de la Orden Trinitaria Calzada. Esta villa fue cuna de Fray Alonso Cano, fraile trinitario nacido en 1711 en Mota del Cuervo, que llegaría a ser obispo de Segorbe y Redentor General de Cautivos de la Causa Trinitaria. Este religioso se interesó por la obra cervantina e hizo un estudio detallado de la ciudad de Argel (donde Cervantes sufrió 5 años de cautiverio). Aún puede admirarse su casa cerca de la plaza de la Aldea de Mota del Cuervo, con su escudo de armas, en el que se aprecia la tiara y el báculo episcopales, la cruz patada trinitaria, el sombrero sinople del que cuelgan seis bardas a cada lado, los grilletes y las cadenas que hacen referencia a la redención de cautivos.
[10] Este convento situado en la plaza del Verdinal en Mota del Cuervo, pertenece desde su desamortización a dos casas particulares. Su estado de conservación es lamentable. Se han abierto numerosos huecos en su fachada, pero aún se conservan dos cruces de Malta, que podrían hacer alusión al origen como caballeros de Malta de los fundadores de la Orden Trinitaria Calzada (Juan de Mata y Félix de Valois). Es posible que en sus comienzos ambas cruces fueran similares, con ocho puntas, y que posteriormente las cruces de los trinitarios calzados evolucionaran para hacer sus brazos más redondeados y cóncavos. Este convento conserva en su interior algunas de las columnas de su claustro, la bodega, y un mosaico de la Sagrada Cena en lo que fuera el suelo de su capilla (cubierto actualmente por una solera de cemento).
[11] Cervantes, tras ser apresado y permanecer cautivo durante cinco largos años en Argel, quedó libre el 19 de septiembre de 1580, después de que los frailes trinitarios, Fray Juan Gil y Fray Antón de la Bella, pagaran por él un rescate de 500 escudos de oro (moneda española «que en aquellos tiempos corría con honra y facilidad por el mundo entero«). Una vez rescatado, el 27 de octubre, llegan a España por el puerto de Denia (Alicante) y de allí (según documenta Astrana Marín) se traslada al Convento-Hospital de Frailes que los Padres Trinitarios Calzados tenían en Mota del Cuervo, para proseguir por el camino real, hacia Madrid a finales de ese año.
[12] Nota del autor: Esta iglesia a finales del siglo XX perdió su importante artesonado mudéjar, seguramente por la ignorancia de los responsables eclesiásticos.
[13] Según recoge Chaves Bernabé, fraile clérigo de la Orden de Santiago, en su Apuntamiento legal sobre el dominio solar que por expresas reales donaciones pertenece a la Orden de Santiago, Manjavacas, El Cuervo y Campo de Criptana pertenecieron al Campo de Montiel desde el año 1243.
[14] El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha I, cap. I.
[15] Los trabajos de Persiles y Segismunda. Libro III, cap. 10.
[16] Libros de visita de la Orden de Santiago, de Eduardo Jiménez Rayado y otros. Tomo II, pág. 233.
[17] Libros de visita de la Orden de Santiago, de Ignacio Sánchez Ayuso, Eduardo Jiménez Rayado y otros. Tomo II, pág. 248.
[18] Fuente principal (web Iznatoraf.info). Y el artículo El recaudador de impuestos Cervantes, de Ginés Donaire, publicado en el diario El País (27/06/2001).
[19] Así vemos como Cervantes, en El Quijote hace alusión a Juan Haldudo el rico vecino del Quintanar; o a Antonio y Diego Villaseñor en El Persiles (Libro III, cap.IX), otro de los apellidos ilustres que aún prevalecen en la zona de la Mancha Santiaguista.
[20] Obra de Miguel de Cervantes, publicada en 1605.
[21] Estas fiestas se celebraron en honor del nuevo príncipe, que más tarde sería el rey Felipe IV (nacido 08/04/1605 y fallecido el 17/09/1665).
[22] D. Pedro Muñoz de Otálora era Alcaide de Mota del Cuervo, Caballero de la Orden de Santiago y Caballerizo de la Reina Margarita de Austria (25-12-1584/3-10-1611). Historia Genealógica de la casa de Lara, de por Luis de Salazar y Castro (pág. 842). Estuvo casado con doña Juana Girón y falleció el 8 de marzo de 1626, según cita Jerónimo Gascón de Torquemada, en su Gaceta y nuevas de la Corte de España (pág. 233).
[23] En euskera el apellido Otálora significa «aulaga verde» o «aliaga», que es un pequeño arbusto espinoso de la familia de las Fabaceas, con flores amarillas. En la Mancha se empleaba esta planta seca para chamuscar la piel del cerdo en la matanza.
[24] Memorial Histórico Español, de Esteban de Garibay (pág. 206).
[25] En especial por el cargo de su padre, Alonso Muñoz, según se recoge en el libro Alonso Muñoz consejero de Indias, de Carmen Martínez Ríos, y también por la importancia que llegaron a alcanzar otros miembros de la familia Otálora en América y en España.
[26] Según se publica en La monarquía hispánica en tiempos de Cervantes, editado por Porfirio Sanz Cañamares (pág. 229).
[27] Según la biografía de Cervantes escrita por Rafael Minguez Fernández, (Historia del mundo para jóvenes de Ediciones Akal, en su página 25).
[28] El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha I, cap. IV.
[29] [AHN,OM,UCLÉS,L.1068], pág. del libro 140, paginación original 65r. (Gentileza de: Enrique Lillo Alarcón de la As. Amigos por la Historia de Mota del Cuervo).
[30] Gentileza de Enrique Lillo Alarcón, de la As. Amigos por la Historia de Mota del Cuervo.
[31] Libros de visita de la Orden Militar de Santiago. Provincia de Cuenca, de Ignacio Sánchez Ayuso y otros. Tomo II, pág.235.
[32] En el documento 82 —archivo de La Mota—. Real Chancillería de Granada, Cabina 303. Legajo 376. Pieza 11.21, según se recoge en el libro De Manjavacas y el Cuervo a Mota del Cuervo, de F. Javier Escudero Muñoz (pág. 106).
[33] El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha II, cap. LII.
[34] Por gentileza de la Asociación de Amigos por la Historia de Mota del Cuervo (AHN .OOMM Santiago .Legajo 60653).
Por José Manuel González Mujeriego, autor del libro «Lo que Cervantes calló».
Miembro de la Asociación de Amigos por la Historia de Mota del Cuervo
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